El Coronavirus ha demostrado ser especialmente dañino en personas con patologías previas. Patologías de índole renal, cardiovascular, hipertensión, obesidad, diabetes incluso fumadores. La actividad física como se ha demostrado a lo largo de los años, es una importante herramienta para combatir todas ellas, convirtiéndose indirectamente por tanto en una ayuda para el control de la enfermedad, mejorando el pronóstico.
El estudio; Influence of Baseline Physical Activity as a Modifying Factor on COVID-19 Mortality: A Single-Center, Retrospective Study, utilizó una muestra de pacientes de entre 18 y 70 años, con complicaciones por COVID, fiebre, afección pulmonar apreciada en RX, conectados a oxígeno para mantener la saturación por encima de 92%, con valores anómalos de ferritina y leucocitos entre otros. Los autores de este artículo son el doctor Ricardo Salgado, cardiólogo del Hospital Clínico San Carlos y coautor, junto al doctor Julián Pérez Villacastin, director del Instituto cardiovascular de dicho hospital.
Los pacientes se dividían según la escala de la Universidad de Washington (Health Promotion Research Center, 2006) conocida como RAPA (Rapid Assesment of Physical Activity Scale.
En este caso se utiliza sólo una clasificación de las 2 que presenta esta escala, RAPA 1, dividida de 1 al 7 categorías, dependiendo de la cantidad de actividad física y de la intensidad de la misma, de menor a mayor, que a su vez se aglutinan en 2 grupos. EL grupo 1 comprende 3 categorías, desde pacientes que raramente realizan ejercicio (1) a los que realizan actividad física leve todas las semanas. El Grupo 2 comprende 4 categorías desde aquellos que realizan actividad física moderada, todas las semanas, inferior a 30 minutos al día, o menos de 5 días a la semana (4), hasta los pacientes que realizan 20 minutos o más de actividad vigorosa diaria, tres o más días a la semana (7). Grupo 1: sedentarios. Grupo 2: Activos.
El estudio establece diferencias entre los 2 grupos de división del RAPA 1.
Finalmente entraron a formar parte del estudio 297 pacientes del grupo 1 comprende a 121 pacientes de categoría 1, (21,9%), 63 pacientes de categoría 2 (11,4%), 113 en categoría (20,5%) y 223 del grupo 2, 87 de categoría 4 (15,8%) 23 de la 5 (4,2%), 64 de la 6 (11,6%) y 49 de la 7 (8,9%). La media de edades fue 56 del grupo 1 y 53 del 2.
Ambos grupos presentaron similitudes en cuanto síntomas y signos de infección pero el grupo 1 presentó un aumento de los valores normales de frecuencia respiratoria, en un porcentaje mucho mayor que el grupo 2 (18,5 % vs 9,4%). Los pacientes del grupo 1 presentaron prácticamente el doble de posibilidades de padecer fallo respiratorio 53,9% vs 35,9% y de fallo renal 14,5% vs 6,3%
Se demuestra por tanto que los pacientes del grupo 1 o sedentarios presentan mayor CRP (C-reactive protein) y SIRS (systemic inflamatory reponse síndrome).
Pacientes sedentarios del grupo 1 presentan peores resultados de SIRS, mayor incidencia de fallo renal y respiratorio junto con mayor riesgo de mortalidad. Además presentaron peor pronóstico tras la infección por COVID-19.
El grupo 1 y el 2 presentaron similitudes en complicaciones por neumonía.
El uso de corticoides fue más significativo en pacientes del grupo 1.
No hubo diferencias significativas en términos de soporte respiratorio o ingresos en cuidados intensivos pero si un riesgo 8 veces mayor de mortalidad en pacientes del grupo 1 frente a los del 2.
Cuanta mayor es la cantidad e intensidad de ejercicio físico mejores son los resultados frente a la infección. Los beneficios referidos a saturación de oxígeno que presentan las personas que realizan actividad física mejoran el pronóstico a nivel respiratorio en pacientes contagiados.